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El argentino Juan Matías Gil, que trabaja como coordinador de los rescates de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el mar Mediterráneo central, denunció que desde inicio de año «más de 1.500 personas murieron en alta mar» y que hay una «instrumentalización» de la vida con fines políticos de parte de los Gobiernos europeos, a los que les reclamó que abandonen un «doble estándar» en la acogida de migrantes.

Télam entrevistó a Gil en Roma, sobre el final de una semana tensa con el tema inmigración, debido al rechazo de Italia a recibir al los inmigrantes rescatados rescatados por el barco humanitario Ocean Viking, que finalmente recaló en el puerto francés de Toulon, en medio de un áspero intercambio de acusaciones entre ambos países.

«Nosotros le pedimos a Europa que haya un mecanismo de búsqueda y rescate oficial con un claro mandato de salvar la vida de las personas y no de control de fronteras. Si esto no sucede las personas van a seguir muriendo y nosotros nos vemos obligados a cubrir ese vacío», señaló Gil, quien en un año y medio participó en el rescate de unas 5.500 náufragos en el Mediterráneo.

La entrevista se dio horas después de que, tras 11 días de espera en alta mar, se pudiera completar en el sureño puerto italiano de Catania el desembarco de las 572 personas rescatadas por el Geo Barents, el barco con el que MSF salva vidas en las aguas del Mediterráneo central.

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Juan Matías Gil / Foto: Prensa.

«Hay mucha indiferencia de Europa, según nuestros cálculos solo en la parte central del Mediterráneo unas 1.500 personas ya murieron tratando de llegar al continente», denunció el rescatista argentino en esa línea, antes de agregar que el número total de víctimas de los naufragios «es mucho mayor» al analizar toda la extensión del mar que separa al Viejo Continente de África.

«Hemos visto en lo que va de año cómo Europa ha abierto las puertas a los refugiados que escapan de la guerra en Ucrania, y esas personas tienen exactamente los mismos derechos que las que parten de Libia. Condenamos ese doble estándar europeo en materia de protección de personas», agregó luego Gil.

Para Gil, las disputas entre países europeos «es una instrumentalización de la vida de determinadas personas, dejando de lado derechos humanos, de refugiados y del mar, con un alto precio en vida de seres humanos».

En la entrevista, Gil criticó también el endurecimiento de la política migratoria dispuesta desde inicios de mes por el nuevo Gobierno italiano, que solo avala los desembarcos de personas frágiles, mujeres y niños, para intentar forzar a otros países del continente a que abran sus puertos a los barcos de rescate, en un tironeo entre los miembros del bloque regional por las cuotas de personas que reciben.

«Lo dispuesto por el nuevo Gobierno italiano es un procedimiento totalmente discrecional basado en ninguna normativa legal. Lo único que dice la ley internacional es que los sobrevivientes deben ser desembarcados, todos por igual, sin ningún tipo de discriminación», reclamó Gil.

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En ese marco, de todos modos, Gil planteó que con los últimos náufragos rescatados a bordo del Geo Barents «el primer país en el que pedimos permiso para desembarcar fue Malta, pero nos rechazaron, y nos vimos obligados a seguir la navegación hasta el siguiente país más cercano, Italia».

Para Gil, más allá del debate entre los países europeos por las cuotas de acogida, «una cosa es lo que sucede cuando están en tierra y otra es lo que se debe hacer hasta que las personas estén en tierra: cuando hay sobrevivientes en mar lo inmediato es hacerlos desembarcar, luego lo que quieran hacer cuando llegan es otra discusión que deben dar con las personas sanas y salvas».

Desde inicios de noviembre, Italia insiste con reclamar que, antes de permitir los desembarcos en sus puertos a todas las personas rescatadas, haya un acuerdo entre todos los miembros de la Unión Europea para aceptar cuotas de inmigrantes. Luego de que incluso el papa Francisco llamara hace diez días a Europa a «no dejar solos» a los cuatro naciones costeras que más personas reciben (Italia, Chipre, Grecia y España), la premier ultraderechista italiana Giorgia Meloni denunció que de las 90.000 personas llegadas a su país en lo que va de 2022 el resto del continente solo aceptó redistribuir 117, frente a los 8.000 prometidos.

Para el miembros argentino de MSF, la postura de Italia «es evidentemente una instrumentalización del tema de la migración con fines políticos«.

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«Este Gobierno se desentiende del problema. No se pueden permitir extender el sufrimiento de las personas por un debate con los otros países miembros de Europa», insistió Gil.

Luego de que las personas rescatadas por el Geo Barents hayan tenido que esperar 11 días en alta mar antes de poder desembarcar en Catania, Gil denunció que «cada día que pasa empeora la situación de salud de los rescatados, ya que el barco no es un lugar donde estar, no da las condiciones para que las personas pasen los días a bordo, debe ser temporal».

El Geo Barents, con el que MSF se enfoca en las aguas internacionales en los alrededores del canal de Sicilia «tiene capacidad para 380 personas, pero hemos llegado a tener hasta 700 por las distintas emergencias», recordó el rescatista argentino.

«Desde el inicio de operaciones en mayo de 2021 rescatamos a más de 5.500 personas. La obligación de los capitanes del barco es asistir a las personas en peligro en el mar, no se puede dejar a nadie atrás», agregó Gil, en un reclamo para que los países costeros del Sur europeo hagan lo mismo con las personas que se salvaron de morir en los naufragios del Mediterráneo.

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