Aunque jura que llegó a Roma para participar de la última elección papal sin pensar que podía llegar a ser el sucesor de Benedicto XVI, Jorge Mario Bergoglio tenía en su mente una idea de la Iglesia que quería.

Aunque como arzobispo de Buenos Aires optaba por el bajo perfil, maceraba la concepción de una institución eclesiástica bastante diferente: abierta y comprensiva frente a las diversas realidades de las personas, nada obsesionada con las cuestiones sexuales, despojada y con gran preocupación por los pobres.

Esa visión que considera que mejor sintoniza con los nuevos tiempos y las nuevas sensibilidades sin traicionar la esencia de la doctrina -a lo que habría que sumar su lucha por la transparencia de las finanzas vaticanas y para acabar con la plaga de los abusos sexuales cometidos por miembros del clero- se convirtió en su programa de gobierno. Un programa que aunque parezca razonable suscitó una fortísima oposición (Francisco habla de “resistencias”) de los sectores más conservadores.

Francisco tuvo momentos en que pisó el acelerador y otros, el freno. No era cuestión de provocar un cisma o de tensar demasiado la cuerda volviendo irrespirable el ambiente. Pero está dispuesto a que su visión de la Iglesia perdure más allá de su pontificado. Para eso, es fundamental ir pergeñando la sucesión. Y si de sucesión se trata es clave la composición del colegio cardenalicio, es decir, el perfil de los cardenales menores de 80 años que votan al sucesor de Pedro.

La ceremonia de este sábado en la Plaza San Pedro, en el Vaticano. Foto: ANSALa ceremonia de este sábado en la Plaza San Pedro, en el Vaticano. Foto: ANSA

No es que sólo cumplen esa función los cardenales. Además de convertirse -nada menos- en potenciales candidatos a Papa. Porque, en los hechos, los pontífices en los últimos siglos surgen de entre los cardenales. En los papeles son los principales colaboradores del Papa como antiguamente lo eran los párrocos de Roma (hoy en día cada cardenal tiene honoríficamente a su cargo una parroquia romana). Más aún: Francisco creó una comisión de cardenales que lo asesora.

Cambios

En definitiva, en sus más de diez años de pontificado Jorge Bergoglio se ocupó de elegir para cardenal a quienes mejor respondan a su idea de Iglesia. Pero, además, que provengan de regiones del mundo que no estaban representadas -o no suficientemente- en el colegio cardenalicio, muy eurocéntrico. Entonces comenzó a escoger a clérigos de lugares remotos como de islas de Asia o de países con muy pocos católicos como Mongolia.

Tras los sucesivos nueve consistorios -la ceremonia en las que un Papa crea cardenales- que encabeza Francisco se llegó al de este sábado en que se alcanzó la cifra de 137 cardenales electores de los cuales 99, es decir, poco más del 70%, fueron elegidos por Jorge Bergoglio (29 por Benedicto XVI y 9 por Juan Pablo II).

Así las cosas, Francisco ya nombró a más de dos tercios de los cardenales necesarios papa elegir a un pontífice. No obstante, sería erróneo hacer una traslación automática a la votación.

De los 137, 52 son europeos (14 italianos) cuando al momento de su elección en 2013 eran 60 de entre 115 electores.; 17 de América del Norte (11 de Estados Unidos y 4 de Canadá); 22 de América latina; 19 de África; 24 de Asia; y tres de Oceanía. De los 18 electores creados este sábado hay de Estados Unidos (1), Italia (2), Suiza (1), Francia (1) , Sudáfrica (1), Argentina (2), Colombia (1), Polonia (1), Sudán (1), España (3), Tanzania (1), Malasia (1), Hong Kong (1) y Portugal (1).

En el perfil de la Iglesia que quiere, Francisco creó cardenal esta vez un compatriota, el arzobispo Víctor Manuel Fernández, de 61 años, que acaba de designar en un cargo importantísimo del Vaticano: es prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe que, precisamente, se ocupa de cómo se proyecta lo doctrinario en la vida cotidiana de la Iglesia en un mundo signado por los vertiginosos cambios.

Además, Francisco sigue “atando” su concepción de Iglesia en su propio país. En ese sentido, también creó cardenal al arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, de 65 años, perfectamente en sintonía con su cosmovisión. Seguramente, le seguirá en el cardenalato en un futuro el nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, de 55 años. Como buen jesuita, Francisco mira hacia el futuro.

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