El ex teniente venezolano Ronald Ojeda, secuestrado y asesinado en Chile el viernes pasado, dejó su testimonio plasmado en un diario inédito de 185 páginas donde revela las terribles torturas a las que fue sometido por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) durante su cautiverio como preso político en Caracas.

Ojeda, de 32 años, fue secuestrado el 21 de febrero en ropa interior en su vivienda de Santiago de Chile por un comando vestido de negro con pasamontañas. Nueve días después su cuerpo mutilado fue hallado por la policía chilena en una maleta enterrada en una fosa de hormigón de cemento de 1,4 metros de profundidad en Maipú, al sur de la ciudad.

La familia clama a las autoridades chilenas por el esclarecimiento del crimen. En Venezuela hay conmoción y dudas sobre el móvil del joven militar asesinado que hasta la candidata presidencial María Corina Machado se ha pronunciado, calificando de «brutal crimen» del teniente retirado, quien antes fue «preso político» en Venezuela. «Su secuestro y asesinato evidencian que el acoso trasciende las fronteras», agregó.

Javier Ojeda, hermano del ex teniente retirado Ronald Ojeda Moreno, reveló que el exmilitar asesinado en Chile dejó unos escritos en los que contaba sobre las torturas que sufrió cuando la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) lo detuvo.

El escrito contiene 185 páginas a las que tuvo acceso el diario chileno La Tercera. Javier explicó que Ronald, tras salir de Venezuela huyendo de la prisión, comenzó a escribir sus vivencias para dejar registro de la persecución y represión.

“No alcanzó a publicarlo, pero él sabía que el régimen lo estaba cazando. Por eso me lo dio”, dijo el hermano de Ronald Ojeda en declaraciones que ofreció al diario chileno.

El teniente Ojeda fue secuestrado por la DGCIM el 25 de marzo de 2017 cuando hacía guardia en su puesto de mando en Apure, al suroeste de Venezuela y fronterizo con Colombia.

“Es una zona de vital importancia para grupos insurgentes, radicales, liderados por la FARC y el ELN, ligados al narcotráfico, secuestro, extorsión y contrabando”, relató el exmilitar asesinado en Chile.

El presidente Nicolás Maduro con un retrato del líder venezolano, Hugo Chávez. Foto APEl presidente Nicolás Maduro con un retrato del líder venezolano, Hugo Chávez. Foto AP

Ese sería el día en que todo cambió. Lo citaron a una reunión en Caracas y se preparaba para viajar, para lo cual fue a la oficina de su superior, “el general de brigada Ovidio Delgado Ramírez”.

El militar felicitó a Ojeda por su trabajo, y lo calificó de ejemplar. Le hizo varias preguntas. Luego, le dio un sobre con dinero.

“Desconocía por completo que a ese nivel se entregarán ‘premios’ de esta índole con tal ligereza e informalidad. ‘Toma, Ojeda, para que compartas con tu familia y por el futuro niño. Hiciste un buen trabajo’”, escribió el exteniente.

Ojeda Moreno señaló que lo subieron a un avión y lo interrogaron por el dinero que llevaba consigo, el mismo que le habían obsequiado hace unos minutos.

Allí comenzaron las torturas de las que fue víctima por la Dgcim, denunció.

Ronald recibió primero una patada en la cabeza. Los funcionarios abrían la puerta y amenazaban con lanzarlo. También lo rociaron con gas pimienta en el rostro y lo asfixiaron con una cuerda amarrada a su cuello, añaden las páginas.

Las torturas

“¿Qué sabes?; dinos todo y se acaba esto, si nos colaboras, nosotros podemos ayudarte”, decían. “No sé nada”, respondía Ojeda.

Ahora con descargas eléctricas para ver si con eso lograban alguna respuesta. Sesiones interminables donde ataban los cables a los extremos de mis orejas, en los dedos meñiques de las manos, en los tobillos. Rociaban la capucha negra con agua, para evitar que entrara oxígeno”, suma el escrito.

El avión aterrizó en la ciudad de Caracas, pero Ronald estaba seguro de que el aterrizaje solo era el principio de algo más escabroso.

Adoctrinamiento en los cuarteles

Se alistó al Ejército a los 17 años y, según explica, allí comenzó un fuerte «adoctrinamiento», explicando que la idea era que al final del proceso él fuera otra persona distinta a la que entró.

“El producto final de cuatro años de formación militante es un ser totalmente sumiso, sin las capacidades idóneas para los futuros cargos, la meritocracia queda totalmente excluida en el desempeño de las funciones, sólo basta adular al sistema y al líder, para ganar algún cargo, puesto de preferencia o futuros ascensos. El militar no es fiel a la Constitución, principios, códigos o legado. Sólo obedecerá al poder del partido”, agregó.

“Solo por ser asignado, ya existía un pago y una remuneración constante con los jefes. (…) Si (la actividad) es lucrativa, se deja de lado todo trato castrense y se toma algo más aligerado como camaradas. Si no tiene ningún lucro: el trato es netamente castrense”, contó.

En su escrito dejó plasmado que le lanzaban la comida al suelo sin platos y solo le daban arepa y lentejas. Cuando terminaba de comer, lo sacaban para más sesiones de tortura e interrogatorio, encabezadas por mandos medios de la Dgcim, denuncia.

El exmilitar precisó que en plena oscuridad escuchaba cómo torturaban también a otros acusados en celdas vecinas. Describió las sesiones:

“Las descargas eléctricas se convierten en una práctica rutinaria al momento de hacerte hablar. Comienzan con leves sesiones, que aumentarán progresivamente dependiendo el grado de información que le suministres. (…) La asfixia mecánica y golpes con barras metálicas envueltas en esponja es para demostrarte que la ley allí no existe. Los cuartos oscuros y celdas aisladas tienen como fin dominar tu mente, llevarte al conflicto interno para asumir la autoculpa, el auto señalarte como victimario; decirle al sistema que aceptas lo impuesto como flagelo por el pecado cometido”.

También detalla cómo era colgado de una pared durante horas, o que le sumergían la cabeza en un balde con agua “para que hablara y dijera algún testimonio que ellos querían que repitiera”.

Así fue durante 13 días. Por la falta de aseo sufría de picazón y desarrolló sarna. Su esposa dio a luz en esos días. A pesar de eso, ella lo buscaba pero solo le respondían una cosa:

“Él ha sido detenido por estar involucrado en actividades de corrupción, cuando fue detenido se le incautó un maletín lleno de dinero”.

Ronald logró escaparse y refugiarse en Chile donde fue secuestrado por segunda vez y finalmente asesinado.

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