Actualizado Viernes,
24
mayo
2024

18:30

La «reconquista» laborista pasa necesariamente por Escocia y Keir Starmer ha elegido a conciencia su paso por el bastión independentista de Glasgow para dejar claro su mensaje a favor de la unión: «No hay laborismo si Escocia».

Starmer llegó al norte del muro de Adriano precedido de la noticia del histórico sorpasso sobre el Partido Nacional Escocés (SNP) por primera vez desde el referéndum de independencia del 2014. El 33% de los votantes se inclina por el Partido Laborista frente al 31% que opta por el SNP, que acaba de nombrar su tercer líder en año y medio (John Swinney) en medio de un grave crisis interna.

«Una Escocia fuerte es esencial para la renovación nacional», advirtió Starmer, siguiendo la estela de su predecesor escocés Tony Blair y con la ambición de arrebatar hasta la mitad de sus 49 escaños en Westminster al SNP.

Sin hacer mucho ruido, con una estrategia similar a la que le ha permitido viajar a 20 puntos por delante del Partido Conservador a nivel nacional, Starmer ha ido recuperando el terreno perdido en Escocia. Desde su ascenso como líder laborista en el 2020, se estima que ha capturado hasta una quinta parte del voto nacionalista.

«Estas van a ser las elecciones del cambio, pero no habrá cambio sin Escocia», ha sido el mensaje de Starmer en su mitin en Glasgow. «Escocia es una parte central en mi misión para cambiar las cosas en el Reino Unido».

Starmer ha apelado al voto útil y ha descartado la posibilidad de pactos electorales con el SNP «bajo ninguna circunstancia». «Tenemos la ocasión de echar a los ‘tories’ de Londres, pero la única manera de conseguirlo es votando laborista», ha advertido.

El líder laborista ha prometido un new deal para los trabajadores británicos, con un subida del salario mínimo y redoblando esfuerzos para atajar la desigualdad económica y afrontar la crisis del coste de la vida.

«Mantener los precios bajos será posible gracias a iniciativas como la creación de Great British Energy», ha agregado, en referencia directa a la compañía pública de energía que ha prometido crear, con un énfasis en el impulso a las renovables.

Starmer llegó a Escocia un día después del premier Rishi Sunak, perseguido por los aguaceros desde el anuncio de las elecciones a las puertas de Downing Street. Sunak hizo campaña en las Highlands con discurso fuera de lugar sobre el control de la inmigración en una zona amenazada precisamente por la despoblación.

El líder laborista no compite en Escocia directamente con los ‘tories’: sus objetivos son precisamente los escaños de los nacionalistas, de ahí el valor simbólico de su paso por Glasgow, donde venció el «sí» a la independencia en el referéndum del 2014 (aunque el resultado final fue de 55% a 45% a favor de la permanencia en el Reino Unido).

Starmer estuvo arropado por el líder laborista de Escocia, Anas Sarwar, 41 años, hijo de inmigrantes paquistaníes y con un perfil parecido al recién dimitido líder el SNP,Humza Yousaf. Sarwar acusó a los nacionalistas de haberse obsesionado con su «agenda independentista» de Nicola Sturgeon (que dimitió hace algo más de un año por el escándalo de la financiación ilegal del SNP) y haberse obligado de «las prioridades de los escoceses».

En una entrevista en la BBC, el aspirante a primer ministro Keir Starmer -que no destaca precisamente por el tirón popular entre sus compatriotas- aseguró que no hará durante la campaña «promesas que no seamos capaces de cumplir», aunque reiteró que su máximas prioridades serán la estabilidad económica y la salud pública. En el capítulo de política internacional, el líder laborista reconoció «el derecho a un estado de Palestina» junto a «un estado de Israel seguro».

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