Actualizado Lunes,
10
junio
2024

01:52

Mohammad Ganjkhanlou llegó a las islas británicas con sus cuatro medallas de oro, dos de plata y seis de bronce, que le acreditaban como el mejor ciclista sub-23 de Asia. Era una de la estrellas del equipo de Irán en el campeonato mundial de ciclismo que se celebró en el verano de 2023 en Glasgow. Al acabar la competición, «y debido a la circunstancias que se viven en mi país», decidió pedir el asilo político en Reino Unido.

Le asignaron temporalmente un hotel en Reading, y allí tuvo la suerte de engancharse al pelotón del club ciclista local, a entrenar regularmente con ellos e incluso a ponerse el maillot del equipo en las carreras. En apenas nueve meses, y pese a añorar a su esposa y a sus amigos, Ganjkhanlou se siente acogido gracias a la hermandad sin fronteras de las dos ruedas…

«El Reading Cycling Club es ya como mi familia. Esta es mi ciudad ahora, me siento realmente bien aquí. Cuando quiero entrenar, sé muy bien a donde ir, y encontrar las carreteras tranquilas y seguras».

Hace más o menos un mes, Mohammad Ganjkhanlou -que ha cumplido los 26 años- recibió una inesperada notificación del Departamento de Interior. Su estancia temporal en el hotel, donde esperaba noticias sobre su petición de asilo, estaba a punto de concluir. Su próximo destino sería la barcaza Bibby Stockolm, fondeada en Portland y conocida como la cárcel flotante para inmigrantes…

«Si acabo yendo allí, mentalmente no lo podré aguantar. Todo lo que tengo es mi bicicleta, mis viejas pertenencias quedaron atrás. Hace nueve meses que no veo a mi esposa y a mi familia. Toda mi vida es la bici desde que cumplí los 10 años. Cuando entreno, mi mente se tranquiliza. Es lo que me mantiene positivo y feliz».

El ciclismo, dice, le ha mantenido a flote. Subir al Bibby Stockolm sería para él «como estar en una prisión». Ni siquiera podría subir la bici a bordo, le han dicho. Tendría que dejarla encadenada en el puerto. Y se vería obligado a decir adiós a su familia adoptiva de Reading, a 160 kilómetros.

«Él necesita correr con el pelotón, está en su naturaleza», advierte Michael Gray, secretario del Reading Cycling Club. «Es un miembro más de nuestra comunidad, lleva nuestra camiseta, le llevamos a las carreras… Si le llevan al Bibby, toda la ayuda que le hemos dado saltaría por la borda. Destruirían no solo a un atleta, sino a una persona».

La ONG Care4Calais ha adoptado su caso. Mohammad Ganjkhanlou no llegó precisamente en un bote cruzando el Canal de la Mancha, pero ha sufrido igualmente los rigores del ambiente hostil hacia los inmigrantes: de la amenaza de deportaciones a Ruanda a los semiconfinamientos en la barcaza habilitada para medio millar de ocupantes (que tuvo que ser desalojada días después de su estreno por un brote de legionella).

«La salud mental de Mohammad correría serio peligro si le mandan a vivir al Bibby Stockolm», advierte Emma Clark, voluntaria de Care4Calais. «Para un ciclista de élite como él, el hecho de no poder entrenar ni competir en las carreras con su club local puede tener unas consecuencias inimaginables».

Más de 67.000 inmigrantes pendientes de la solicitud de asilo se encuentran hospedados temporalmente en unos 400 hoteles en el Reino Unido, con Afganistán e Irán encabezando la lista. El Gobierno británico planeó habilitar varias barcazas como la Bibby Stockolm para ahorrar costes y actuar como factor disuasorio, pero las resistencias locales impidieron su despliegue. «Encerrar a supervivientes de tortura y de experiencias traumáticas en lo más parecido a una prisión flotante es absolutamente inaceptable y completamente inhumano», advierte el director ejecutivo de Care4Calais, Steve Smith.

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