Mientras Israel se enfrenta a una prolongada guerra en Gaza, las amplias excepciones del servicio militar obligatorio de que gozan los hombres ultraortodoxos han reabierto una profunda división en el país e inquietan a la coalición de gobierno, en tanto los compañeros del primer ministro Benjamin Netanyahu en el Gabinete de Guerra se oponen firmemente a la nueva ley de reclutamiento que él propone.

A fin de mes, el gobierno israelí debe presentar una ley para aumentar el reclutamiento entre los miembros de la comunidad religiosa. Conforme se acerca la fecha límite, el discurso público se ha vuelto cada vez más tóxico, lo que supone un cambio con respecto a las manifestaciones de unidad de comienzos de la guerra.

Hasta ahora, el gobierno de Netanyahu ha sobrevivido a la angustia pública provocada por el ataque de Hamas del 7 de octubre que desencadenó la guerra, pero la cuestión del reclutamiento lo ha puesto en un aprieto.

La desintegración del Gabinete de Guerra, compuesto por tres miembros, afectaría la estabilidad del país en un momento delicado de la contienda. Pero una derrota de los partidos ultraortodoxos haría caer su amplia coalición de gobierno y obligaría al país a celebrar nuevas elecciones, en momentos en que él y su partido, el Likud, están muy rezagados en las encuestas de opinión.

«Desde el punto de vista político, esta es una de las amenazas más concretas para el gobierno», dijo Gilad Malach, experto en los ultraortodoxos perteneciente al Instituto Israelí para la Democracia, un think tank de Jerusalén.

La mayoría de los hombres judíos están obligados a hacer el servicio militar durante casi tres años y luego a prestar años de servicio en la reserva. Las mujeres judías cumplen dos años obligatorios. Pero los ultraortodoxos, políticamente poderosos y representativos de aproximadamente el 13% de la sociedad israelí, tradicionalmente quedan exceptuados si estudian a tiempo completo en seminarios religiosos. Las excepciones -y los subsidios del gobierno que muchos estudiantes de seminario reciben hasta los 26 años- enfurecen a la población general.

La policía israelí lleva a un judío ultraortodoxo durante una protesta en Jersulén, contra el reclutamiento para las Fuerzas Armadas, en una imagen de archivo. Foto: REUTERS La policía israelí lleva a un judío ultraortodoxo durante una protesta en Jersulén, contra el reclutamiento para las Fuerzas Armadas, en una imagen de archivo. Foto: REUTERS

Pelea política

La Corte Suprema ha dictaminado que el sistema actual es discriminatorio y ha dado plazo al gobierno hasta el 1º de abril para presentar un proyecto de ley y hasta el 30 de junio para aprobarlo.

Yoav Gallant y Benny Gantz -que junto con Netanyahu forman el Gabinete de Guerra- dicen que la ley propuesta por el primer ministro no va lo suficientemente lejos como para aumentar el número de ultraortodoxos que se alistarán en el ejército. Los detractores sostienen que algunos aspectos, como el elevar la edad de excepción, podrían incluso reducir ese número.

Gantz, principal rival político de Netanyahu, dijo que abandonaría el Gabinete si la ley de alistamiento se debilitara o no se sancionara en el plazo previsto. El ministro de Defensa Gallant advirtió que sólo apoyaría una nueva ley con el respaldo de Gantz y los miembros más de centro del gobierno de emergencia del país en tiempos de guerra.

El gobierno está compuesto por partidos ultraortodoxos y ultranacionalistas religiosos a los que, en los primeros días de la guerra, se sumó una facción liderada por ex generales, entre ellos Gantz. La alianza pretendía dar una muestra de unidad tras el 7 de octubre, pero los partidos tienen grandes diferencias respecto de la cuestión del servicio militar obligatorio.

Movilización de reservistas y población indignada

Tras el ataque de Hamas, Israel convocó a 360.000 reservistas, la mayor movilización desde la guerra de Oriente Medio de 1973. Muchos ya han sido dados de baja, pero se prevé que volverán al servicio activo en los próximos meses. La prolongación del servicio de los reservistas y las conversaciones sobre extender el servicio militar obligatorio han profundizado la indignación de la población.

En la mayoría judía de Israel, el servicio militar obligatorio se considera un crisol de culturas y un rito de iniciación. Los ultraortodoxos dicen que integrarse al ejército pondrá en peligro su modo de vida, que lleva generaciones, y que su estilo de vida devoto y su dedicación al cumplimiento de los mandamientos judíos protegen a Israel tanto como un ejército fuerte.

«Preferimos morir a servir en el ejército israelí», dijo Yona Kruskal, de 42 años, padre de 11 hijos y estudiante de seminario a tiempo completo, mientras la semana pasada cortaba el tránsito en Jerusalén con otras 200 personas durante una de las frecuentes protestas contra la ley de reclutamiento.

«No hay manera de que nos obliguen a ir al ejército, porque estamos totalmente convencidos de que el ejército y la religión se contradicen», agregó.

La policía forcejea con un hombre ultraortodoxo durante una marcha en Jerusalén días atrás para exigir el reclutamiento obligatorio para las Fuerzas Armadas. Foto: APLa policía forcejea con un hombre ultraortodoxo durante una marcha en Jerusalén días atrás para exigir el reclutamiento obligatorio para las Fuerzas Armadas. Foto: AP

Mientras los ultraortodoxos se peleaban con la policía en la protesta, otros israelíes los increpaban gritando «¡Vergüenza! ¡Vergüenza!

“Mis amigos están sentados en Gaza mientras ustedes están aquí, sentados en el suelo», gritó un hombre. Una mujer gritó a los manifestantes que su hijo estaba combatiendo en Gaza para protegerlos.

Oren Shvill, fundador de Hermanos de Armas, un grupo de protesta que representa a los soldados reservistas que se oponen a Netanyahu, dijo que los ultraortodoxos gozan de la protección del ejército sin participar. «Hay una ley para todos y debe aplicarse por igual», planteó.

Los economistas afirman que el sistema es insostenible. Con su alta tasa de natalidad, la comunidad ultraortodoxa es el segmento de la población que crece más rápidamente, en torno al 4% anual. Cada año, unos 13.000 varones ultraortodoxos alcanzan la edad de reclutamiento de 18 años, pero menos del 10% se alistan, según la Comisión de Control del Estado del parlamento israelí, que hace poco celebró una audiencia sobre el tema.

«Una de las cosas que antes era discutible y ahora está mucho más clara es que necesitamos más soldados», dijo Yoaz Hendel, ex asesor de Netanyahu y ministro del Gabinete, que acaba de terminar cuatro meses de servicio como reservista al mando de una unidad de fuerzas especiales. Dijo que la carga del servicio debería repartirse equitativamente entre todos los sectores de la población.

La grieta entre los israelíes

La conmoción provocada por el atentado del 7 de octubre pareció despertar cierto entusiasmo entre los ultraortodoxos, pero no se concretó ningún alistamiento masivo, según los medios de comunicación israelíes. El ejército no accedió a efectuar declaraciones sobre el porcentaje de alistamiento de los ultraortodoxos.

El debate divide a Israel desde hace mucho, y una serie de fallos judiciales han determinado repetidas veces que el sistema es injusto. Pero los dirigentes israelíes, presionados por los partidos ultraortodoxos, han dado largas al asunto en reiteradas ocasiones. No está claro si Netanyahu podrá hacerlo de nuevo.

Las desavenencias respecto de las excepciones se agravaron el año pasado, cuando el gobierno de Netanyahu avanzó con una revisión del sistema legal apoyada por los socios ultraortodoxos del gobierno, que pretendían anular los fallos judiciales sobre el servicio militar obligatorio. El gobierno suspendió la reforma tras el estallido de la guerra.

El ejército ha intentado adaptarse a los ultraortodoxos creando unidades separadas que les permitan mantener sus prácticas religiosas, como la de minimizar la interacción con las mujeres.

Ephraim Luff, de 65 años, estudiante de seminario a tiempo completo en la ciudad ultraortodoxa de Bnei Brak, rechazó esas iniciativas, diciendo que los hombres que se alistan en esas unidades no son «verdaderos haredim», como se conoce a los ultraortodoxos en hebreo.

«El ejército es la etapa final de la educación israelí para convertir a las personas en israelíes laicos y desconectarlos de su herencia judía», dijo Luff, que contó cómo uno de sus ocho hijos «se desvió del camino» del estudio a tiempo completo y prestó servicio en el ejército como conductor de camiones durante un año y medio.

Uno de los dos rabinos principales del país, Yitzhak Yosef, declaró este mes que los ultraortodoxos «se mudarán todos al extranjero» si se los obliga a alistarse. La declaración suscitó tanto una condena, por impulsar a los israelíes a irse durante una crisis nacional, como burlas, porque muchos israelíes laicos no tendrían ningún problema en que los ultraortodoxos partieran en masa, dijo Malach, del Instituto Israelí para la Democracia.

Por el contrario, la negativa de los líderes ultraortodoxos a transigir aun cuando otros sectores de la sociedad israelí hacen sacrificios significativos, ha hecho que una mayor parte de la opinión pública se haya vuelto hostil a ellos, dijo Malach.

«En este gobierno, no veo una verdadera oportunidad de cambio», señaló. «Pero si hay elecciones y hay una coalición sin haredim o con haredim debilitados, podría haber un cambio».

Fuente: The Associated Press

Traducción: Elisa Carnelli

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