En febrero de este año, Luiz Inácio Lula da Silva envió un avión de la Fuerza Aérea Brasileña a Río de Janeiro para que el canciller ruso, Serguei Lavrov, pudiera llegar a Brasilia a reunirse con él.
La compañía brasileña Vibra Energía se había negado a repostar combustible al Ilyushin II-96 del ministro de Exteriores, alegando que sería sancionada por los Estados Unidos. Lavrov voló a la capital brasileña junto a su par, Mauro Vieira, y se reunió
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