Javier Milei se ha encontrado este martes con el primer gran freno al experimento político que lidera, y con el que pretende convertir a Argentina en uno de los países más liberales del mundo. Tras cuatro meses de insistentes agresiones y descalificaciones a aquellos que no coinciden con su proyecto, el presidente argentino obró un milagro, casi la mezcla del agua y del aceite: unió en una misma manifestación a peronistas, radicales, socialdemócratas, estudiantes, profesores, las dos centrales obreras e incluso legisladores ultraliberales.

«¡La UBA se defiende!», ha sido el grito en el centro de Buenos Aires, colapsado ya desde el mediodía por las decenas y decenas de miles de personas que confluyeron hacia el Congreso, primero, y la Plaza de Mayo, después, para dejar un mensaje a las puertas de la Casa Rosada: «En defensa de la educación pública». La manifestación ha sido la más importante desde que Milei llegó al gobierno el 10 de diciembre del año pasado.

La Universidad de Buenos Aires (UBA) es un centro de altos estudios fundado en 1821 y en la que argentinos y extranjeros pueden graduarse de forma gratuita. Aunque la UBA lideró la protesta, ésta se ha extendido a varias provincias, con un fuerte eje en Córdoba, en el centro del país. La Universidad Nacional de Córdoba es la más antigua de Argentina, fundada en 1613, y en su defensa salieron a lo largo del día más de 50.000 personas. En noviembre, Milei ganó en Córdoba con un 76% de los votos.

La disputa entre el gobierno y las universidades se planteó a partir de la financiación de la amplísima red de universidades públicas, que buena parte de los argentinos identifican con la potencia de su extensa clase media y la posibilidad del ascenso social. La UBA cuenta entre sus orgullos con los cinco argentinos ganadores del Premio Nobel, que fueron estudiantes y, en algunos casos, profesores en sus claustros. La UBA le dio, además, 16 presidentes al país.

«¿Cómo no voy a defender a la universidad pública, si me convirtió en lo que siempre quise ser? Un biólogo defendiendo la naturaleza. Creo que mis padres no hubieran podido pagar una universidad privada», dijo a EL MUNDO Juan Cruz Martín, un biólogo de 27 años que se sumó a la marcha.

«Soy hijo de inmigrantes españoles, y la posibilidad del ascenso social se la debo a la universidad pública y gratuita», repitió en los últimos días Jesús Rodríguez, ministro de Economía de Raúl Alfonsín en los años ’80.

En aquellos años, la primavera democrática argentina, nadie planteaba lo que se repite hoy desde sectores del gobierno de Milei y desde el propio presidente: la UBA gasta de forma oscura su presupuesto, que se nutre de los recursos públicos, y promueve el adoctrinamiento ideológico.

Lo del «adoctrinamiento» cae por su propio peso: Milei tiene entre sus ministros a varios graduados en la UBA. Lo del manejo presupuestario es otro asunto: las universidades públicas tienen garantizada su autonomía académica y presupuestaria, pero el gobierno sostiene que su manejo de fondos debe ser auditado, ya que la universidad sería una suerte de ‘caja negra’ de la política, en especial del radicalismo, partido que históricamente lidera los centros de estudiantes de las casas de altos estudios argentinas.

Mientras esa disputa se resuelve, la UBA acusa al gobierno de desfinanciarla adrede. «El recorte presupuestario es de un 61%, y la reducción de salarios en los cuatro meses que lleva gobernando Milei, del 35%», dijo Matías Ruiz, responsable de Hacienda de la UBA.»Nos emociona el apoyo que estamos recibiendo de la sociedad civil en esta situación», añadió Ruiz.

Guillermo Francos, ministro del Interior de Milei, cree que los manifestantes no son conscientes de lo que sucede: «Estamos todos entendiendo, salvo los que marchan hoy, que todavía no entendieron cuál es la situación del país».

Entre los que disienten de Francos figuran legisladores de La Libertad Avanza (LLA), el partido de Milei. Nueve diputados en la provincia de Buenos Aires, la más poderosa del país, expresaron en un comunicado sus diferencias con el gobierno: «Manifestamos una vez más nuestro compromiso en defensa de la educación pública, histórico orgullo de nuestro país. La saludable discusión que el gobierno nacional se ha propuesto dar en cuanto a la dimensión del Estado y sus incumbencias, de ningún modo puede afectar el cumplimiento de sus obligaciones esenciales».

Pero el presidente, cada vez más en su castillo, ha recurrido a las redes sociales para descalificar la marcha y señalar su «politización». Milei le dio «me gusta» o difundió varios posteos en los que se señala que la movilización es en contra de la auditoría por el uso de los fondos presupuestarios universitarios.

«Una imagen que compartió varias veces fue una tomada en dirección hacia la Plaza de Mayo, donde se ven banderas con consignas y los logos de la CGT (Confederación General del Trabajo) y del Partido Comunista. «¿Alguna duda de que es una marcha política y no estudiantil?» o «Así se prepara Plaza de Mayo para la marcha: logos de la CGT, y el símbolo de la hoz y el martillo comunista. Ah, pero no es política la marcha, eh», decían algunos de los posteos que retuiteó el mandatario en la red social X«, señaló La Nación.

La marcha llega horas después de que Milei dirigiera, en la noche del lunes, un mensaje de 15 minutos al país en el que celebró el primer trimestre de superávit financiero en 18 años, aunque diversos economistas señalaron que se llegó a ese resultado gracias a la postergación de una serie importante de pagos por parte del Estado.

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