Actualizado Sábado,
25
mayo
2024

20:33

Después de una noche terrible de bombardeos en la ciudad ucraniana de Járkiv, la segunda de mayor tamaño del país, Rusia atacó este sábado con bombas guiadas un centro comercial, uno de los pocos que funcionaban, lleno de gente a primera hora de la tarde. Rusia completa así una semana de destrucción y terror contra objetivos civiles en esta región mientras que sus tropas hace días que se atascaron un poco más al norte.

De momento, el recuento oficial de muertos alcanza las siete personas y el de heridos, a 16, aunque los operativos de rescate creen que serán más.

El Epicentre es una gran superficie dedicada a los materiales de construcción. Precisamente es uno de los negocios que subsisten en esta zona de Ucrania porque la gente necesita estos elementos para tratar de reconstruir sus casas, destruidas por la primera ocupación rusa (entre febrero y noviembre de 2022) o en los continuos bombardeos lanzados desde el lado ruso de la frontera. Está enclavado entre grandes bloques de viviendas en el barrio de Saltivka, el más castigado por el régimen de Vladimir Putin cuando intentó invadir la ciudad en las primeras semanas de marzo de 2022. La gran mayoría de pisos aún permanecen deshabitados o quemados por las bombas.

El alcalde de la ciudad, Igor Téjerov, aseguró que en el momento del ataque había al menos 200 personas en el interior. En las imágenes proyectadas por las cámaras de seguridad, se aprecia el párking del establecimiento lleno de vehículos a esa hora. Además se observa bien cómo impactan estas bombas, unos artefactos antiguos pero con un nuevo kit de guiado por láser. Es decir, los pilotos rusos que lanzaron estos proyectiles lo hicieron de forma deliberada. Acto seguido, las tropas de la Z dispararon otro misil contra el parque central de la ciudad.

Este bombardeo llega tras la publicación de una información de Reuters en la que se aseguraba que Putin estaba dispuesto a un alto el fuego siempre que las líneas quedaran como están hoy y el resto del mundo reconociera como rusas las zonas conquistadas. Cada vez que desde el Kremlin se ha hablado de paz, los hechos siempre han señalado lo contrario: la escalada.

En el fondo del asunto está el veto occidental a que Ucrania pueda usar las armas de largo alcance entregadas por sus aliados contra objetivos en suelo ruso. Estos aviones que lanzan estas bombas guiadas pueden hacerlo cómodamente desde Rusia, a una distancia prudencial para no ser derribados, actuando impunemente. Si los ucranianos pudieran usar este armamento, como los misiles ATACSM contra el aeródromo de Voronesh desde el que despegan, estos aviones tendrían que refugiarse mucho más lejos. Y lo mismo sucede con las lanzaderas de misiles rusos o las concentraciones de militares para invadir el territorio ucraniano.

En su cuenta en X, Zelenski ha mostrado un vídeo en el que se ven los momentos posteriores al ataque al hipermercado, con una gran humareda saliendo del amplio incendio generado. También se ve el difícil trabajo de los bomberos en la zona y algunos cuerpos de las víctimas.

El presidente Zelenski añadió: «Este ataque es otra manifestación de la locura rusa. Sólo locos como [el presidente ruso Vladimir] Putin son capaces de matar y aterrorizar a la gente de esta manera».

El ataque subraya la ansiedad que sienten los ucranianos por no tener defensas aéreas adecuadas. Zelenski reiteró que su país necesita poder defenderse y para ello son urgentes los sistemas de defensa aérea de los aliados occidentales.

La región de Járkiv está siendo objetivo de una dura ofensiva terrestre por parte de las tropas rusas desde hace más de dos semanas. La urbe, que tenía 1,5 millones de habitantes antes de la guerra, está situada cerca de la frontera rusa en el noreste de Ucrania.

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